jueves, 18 de diciembre de 2008

CARTA DE MI HIJO, ANTES DE CONOCERNOS









Esta carta, es de esa misma persona pero me ha gustado tanto, ya que refleja seguramente los sentimientos de nuestros hijos.




Queridos aita y ama, soy yo, vuestro hijo. Me alegró mucho vuestra carta, fue toda una sorpresa. Quería deciros que no tenéis por qué preocuparos por mí (mientras esté aquí, se entiende, después espero que sí). Estoy bien; es verdad que al principio, cuando llegué, no entendía nada, todo esto era nuevo para mí y nada era como yo esperaba. Lloré mucho, pero eso duró poco tiempo, pronto me di cuenta de que nadie hacía caso de mis llantos, estaban demasiado acostumbrados, y más bien lo que conseguía era ponerles de mal humor. También es cierto que me costó aprender la lección algún que otro cachete, pero no importa, todo eso pasó, ya no me acuerdo.
Ahora soy feliz. No me malinterpretéis, estoy deseando que vengáis a por mí, siento mucha curiosidad por saber cómo será la vida fuera de aquí; ¿de verdad se pueden comer otras cosas aparte de la papilla de arroz que nos dan aquí? ¡Increíble!, creo que me va a gustar vuestro mundo.
Como os decía, estoy bien, no me aburro, tengo muchos amigos, como las hadas y los duendes, gracias a ellos pude leer vuestra carta y escribir ésta otra. Me hacen mucha compañía, siempre están a mi lado, hablándome, jugando, protegiéndome de los lobos y monstruos que viven en la oscuridad.... Así que ya veis, podéis dejar de inquietaros por mí, ellos me cuidarán mientras vosotros no vengáis. Aunque creo que están un poco celosos; ellos piensan que vosotros venís a echarlos de mi vida, a arrebatarme de entre sus brazos, pero yo les tranquilizo y les digo que ustedes les permitirán también venir con nosotros, ¿verdad que lo haréis? Estoy seguro de que sí, porque son mis amigos. También los ángeles velan por mí, pero como ellos están en todas partes, no pasa nada, no tienen ningún temor.
Gracias a ellos me voy enterando de todo lo que pasa por aquí. Ellos me lo explican todo y poco a poco voy aprendiendo. Aquí habemos muchos como yo, unos entran, otros salen, unos van, otros vienen. Algunos salen durante un tiempo y después vuelven, otros ya no regresan más. Hay un tal Dios que debe de tener una casa enorme, porque se lleva a muchos niños, aunque no debe de ser muy buen padre, porque todos los adultos se ponen muy tristes cuando alguno de nosotros se va con Él. Me alegro de que vosotros vengáis a por mí antes que Él, algo me dice que no se debe de estar muy bien en su casa, aunque seamos tantos.
Los papás que pasan por aquí suelen venir cargados de cosas de colores para sus hijos que les enseñan con mucha alegría y entusiasmo, supongo que esos serán los placeres mundanos a los que hacías referencia. Pues qué bien... son bonitos... ya me enteraré para qué sirven. Yo... si no es mucho pedir... preferiría que me trajeseis algo de comida y ropita limpia... Bueno si os parece bien, claro, yo aceptaré de muy buen grado todo lo que vosotros queráis, ya lo sabéis.
Y por aquí no hay mucho más que contar, aparte de que hace un frío que hasta el pipí se me congela en los pañales. Si los cambiaran más a menudo sería mejor, pero no quiero parecer quejica ni exigente, supongo que vosotros, los mayores, sabéis lo que hacéis, con tantos años a vuestras espaldas debéis de ser auténticos pozos de sabiduría, ¡qué envidia!
Bueno, os espero ansioso. Me da pena porque vosotros me prometéis muchas cosas y yo resulta que no tengo nada que ofreceros, así que sólo me queda deciros que seré todo vuestro, en cuerpo y alma (esto del alma es cosa de mi ángel, porque yo todavía no sé lo que es, pero en cuanto me entere os la daré también, seguro). No sé si será suficiente, espero que sí, porque no tengo nada más.
Un beso para los dos y hasta pronto.

Posdata: ¿Qué es un abrazo?

1 comentario:

EVA dijo...

Hola Edurne, hace mucho que no sabemos de ti espero que todo vaya bien, me imagino que sera por falta de tiempo.

besos